Para superar un mal sueño
Cuentiembre #3
Me desperté aturdida por un sueño extraño. Un chico. Un chico con el que no debería soñar para nada. Sacudí la cabeza y busqué entre las sábanas mi teléfono. Solo quería consultar la hora pero en cuando encendí la pantalla me distrajo la notificación de 2 mensajes nuevos.
Uno era de mi hermano, deseándome buenas noches porque lo deje plantado en el Skype. Rayos. Vi con remordimiento hacia la laptop cerrada a un lado de la cama. Eso de quedarnos dormidos mientras conversamos nos pasa con mucha frecuencia, la universidad y el trabajo siempre nos dejan agotados.
Le escribí una disculpa rápida y después de enviarlo no pude evitar quedarme pensando de nuevo en el sueño. El sueño más raro que he tenido en mucho tiempo.
¿Porqué?
No tengo la más mínima idea de porqué soñé con él. Es decir, no me atrae... puedo decir que a lo mucho me agrada y lo puedo considerar un conocido agradable, ni siquiera un amigo. Tal vez todo se deba a que he estado hablando mucho con él últimamente... y que mi mejor amiga se sigue mintiendo una y otra vez diciendo que ya lo superó.
Es por eso que el sueño me incomoda en niveles que...
Dí un respingo y solté una maldición cuando el teléfono comenzó a sonar justo frente a mis narices, la alarma me tomó por sorpresa y de los nervios tardé algunos segundos de más en desactivarla.
Entonces, finalmente vi el segundo mensaje. Era de él.
No debería haberme sorprendido pero... Dios. A mi mente solo llegaban las imágenes de mi sueño: sus manos rodeando mi cintura, sus labios trazando un camino de besos desde mis hombros hasta mi boca, su sabor a café y galletas de mantequilla, su aroma... Sacudí la cabeza y me concentré en leer el mensaje.
Hola, espero que no estés dormida, ¿vas a querer que pase x ti en la mañana?Algo normal, ya que ambos habíamos entrado a trabajar en el mismo lugar. Tenía aproximadamente 2 semanas llevándome y trayéndome. Rápidamente contesté su mensaje.
No. No es necesario, gracias.No sé cómo podría verlo a la cara de ahora en adelante. Verlo sin imaginar cosas raras. ¡Argh!
Justo cuando iba a levantarme para meterme a la ducha la notificación de un mensaje entrante me detuvo.
¿Segura? No es molestia, puedo pasar x ti y llegamos x un café, ¿q dices?No, no, no, no, no. ¿Porqué me tiene que recordar el café? ¿Porqué el maldito sueño fue tan exacto?
No, gracias. De verdad. Es que ya quede con un amigo.Solo espero que no lleguemos al mismo tiempo y descubra mi mentira. Me levanté al fin, con la motivación de llegar primero que él para poder esconderme e ignorarlo el resto del día. Estuve lista media hora antes de lo normal y salí de mi casa cuando aún parecía de noche. Tenía que caminar aproximadamente 15 minutos para llegar a la parada de autobús así que saque mis audífonos y los conecte a mi teléfono. Vi otro mensaje.
Ok.Cortante. Dolido. Bien hecho Lara, bien hecho. Has provocado que tu estúpido sueño haga sentir mal a una buena y amable persona. Me sacudí la culpa y seguí caminando, la música, el viento frío y poner un pie enfrente del otro me distrajeron muy bien de mis alocados pensamientos.
Llegué casi veinte minutos más temprano de lo normal, me tomé mi tiempo para preparar mis cosas y salí de la oficina para hacer varios pendientes que tenía acumulados mucho tiempo atrás, cosas sencillas como imprimir nuevos formatos, actualizar planos, recabar información de otros compañeros. Nada que provocara, ni accidentalmente, que me encontrara con él.
Para las cuatro de la tarde estaba muy orgullosa y completamente segura de mi éxito. En una hora me iría a casa -saldría corriendo de ser necesario-, me metería de lleno en la nueva novela que había comenzado el fin de semana y me obligaría a soñar con ese sexy y sensible protagonista, moreno, alto y de ojos claros, nada que ver con él.
Todo iba bien hasta que, diez minutos antes de salir, me habló mi jefa. Fui hasta su oficina con todo el cuidado del mundo, procurando vigilar dos veces cada pasillo para no toparmelo. Cosa que fue totalmente innecesaria cuando cruce su puerta ya que ahí estaba, junto a ella, con una sonrisa de triunfo.
Disimulé lo mejor que pude, me mantuve fresca, profesional. Incluso le devolví la sonrisa.
-Lara, Sebastián ha venido para pedirnos soporte con uno de sus proyectos, como los otros chicos están bastante ocupados quiero saber como vas con tus tareas, si te encuentras muy ocupada sabes que no hay problema.
Amo a mi jefa, nunca nos sobrecarga, nunca nos presiona de mala manera. Por eso mismo no podía mentirle.
-La verdad es que hoy adelante varias cosas que tenía pendientes, si el asunto de la unidad 4 sigue igual, solo tengo actividades de comprobación.
-Excelente, entonces tu te encargarás de este proyecto. No se si te puedas quedar una hora hoy para que Sebastián te explique en qué consiste todo.
Mierda. Eso me pasa por cantar victoria antes de tiempo. Una hora sería una pesadilla. Una horrible y sucia pesadilla.
-No te preocupes si salimos tarde, yo te puedo llevar a tu casa. -Añadió con una expresión casi gatuna. De cuando el gato al fin tiene en la mira al ratón.
-Gracias, pero no hace falta. Mi... padre, dijo que pasaría por mi, solo tengo que llamarlo antes. De hecho debería llamarlo ahora mismo. En un momento me reúno contigo.
Todo el tiempo me mantuve viendo el reloj y la pantalla de mi teléfono, no me atrevía a mentir tan descaradamente mirándolos a los ojos. La verdad es que tendría que tomar un taxi porque hace casi dos años que mi padre no me dirige la palabra. No es algo que me afecte a estas alturas, pero suelto un suspiro pensando que hubiera sido una genial manera de escapar.
Vuelvo a la oficina y aprovecho para revisar correos y actualizar algunas cosas sin importancia, hago tiempo aunque se que no sirve de nada. Finalmente salgo con una pequeña libreta y una pluma, cargándolas como si fueran dos armas poderosas que me protegerían... pues al menos de mi misma.
Antes de tocar la puerta, me repetí "Actúa normal, actúa normal, actúa normal." como un mantra para superar esta estúpida situación. Casi no alcanzo a escuchar el suave "adelante" que me respondió.
Al verlo sentado tan cómodamente frente a su escritorio, con las mangas de la camisa dobladas hasta los codos, sus ágiles manos ordenando varios grupos de papeles frente a él... maldije a todo mundo por no poderlo seguir viendo de la misma manera. Decidí culpar a la persona más inocente y fuera de lugar de esto: mi mejor amiga. Ella tenía la culpa por enamorarse de él primero, y también por no hablarme de otra cosa más que de él y del daño que le hizo con su rechazo.
Cuando levantó la mirada y me encontró ahí de pie, observándolo como una estúpida, y me dedicó su sonrisita de medio lado, también lo culpé a él, por no haberse quedado con mi amiga, por haber entrado a trabajar a este maldito lugar, por ser tan amable conmigo. Lo odio tanto.
-¿Qué sucede? ¿Si podrá venir tu padre por ti?
-Si -miento de nuevo. Me acerco hasta la silla frente a él y me dejo caer como si estuviera muy cansada. Por lo menos finjo lo físico, porque mentalmente me estoy muriendo-. Pero terminemos esto rápido porque estoy muy cansada y aún tengo muchas cosas por hacer.
-De acuerdo. -Dijo encogiéndose de hombros y pasando a explicarme el dichoso proyecto.
Por suerte, se trataba de algo sencillo y tras hacer un par de anotaciones me puse de pie y me despedí, dejándolo ahí para que terminara con sus asuntos. Casi corrí hasta mi oficina y una vez ahí guardé todo rápidamente. No era muy tarde, pero por ser invierno afuera ya estaba oscureciendo. Con suerte pasaría un taxi por la calle principal y no tendría problemas para continuar con mis planes.
Antes de salir de la oficina escuché la notificación de un mensaje nuevo en mi celular, pero sospechando de quién se trataba, fingí que no lo había escuchado y guarde el teléfono en el bolso, sin olvidar ponerlo en silencio.
Salí de la oficina triunfante, salí del pasillo a recepción triunfante, salí hasta la puerta de vigilancia triunfante. Pero cuando llegué al estacionamiento se acabó mi dicha.
-¿Qué haces aquí?
De verdad me lo preguntaba, ¿Qué no tenía mucho papeleo que hacer? ¿Como llegó antes que yo?
-Bueno, hay muchas cosas que requieren de otros departamentos, así que esperarán a mañana.
-Hmm, pues... que bien que te irás a casa no tan tarde.
-Si.
Después de eso vino un incomodo silencio y tras un gesto de despedida me fui a sentar en una de las bancas, como si de verdad estuviera esperando a que llegaran por mi. Cinco minutos después Sebastián se sentó a mi lado, lo volteé a mirar con el ceño fruncido.
-¿Por qué no te vas?
-Vaya, qué directa. Puedo sentarme en otra banca si quieres...
Por supuesto. ¡Largo!
-Lo siento, me refiero a... ¿por qué... sigues... aqui? -Hago un gesto con la mano, tratando de explicarme.
-Estoy esperando a un amigo. Le dije que saldría tarde y me pidió que lo llevara porque él saldría tarde también.
-Oh... -Triple mierda.
-¿Y tu padre? ¿Si podrá venir por ti?
-Si, si. Lo que pasa es que... primero tiene que ir por mis hermanos y mi hermana Lu tal vez tenga clases en la universidad, me dijo que se podía retrasar.
Le estoy agarrando practica a esto de las mentiras.
-Oh, bueno, al menos nos haremos compañía, a ver quién se va primero. -Comentó sonriendo, aunque su tono tenía algo...
Pronto caímos en una conversación banal sobre música, las películas que están en cartelera, el chiste que contó uno de nuestros amigos en la cafetería a la hora de la comida, dónde yo no estuve porqué -como le expliqué- estaba haciendo cosas importantes. Seguí la conversación, me reí cuando tenía que hacerlo, respondía a las preguntas y comentaba otro tanto. Todo mientras cruzaba los dedos porque se fuera de una buena vez, me estaba muriendo de hambre.
-A ti te pasa algo conmigo. -Comentó de golpe haciéndome respingar.
-¿Qué? ¡Claro que no!, ¿porqué lo dices? -Esperaba que en mis ojos no se viera ningún reflejo de mi sueño, nada. Borrate, borrate, ¡borrate! Pero mi condenada memoria no hacía más que recalcar las escenas.
-Siento que me has estado evitando todo el día y que no soportas estar hablando conmigo. -Maldita suspicacia. Maldita.
-Claro que no. Es solo que hoy fue un día bastante cansado, tenía muchas cosas pendientes que sacar adelante.
-Ya. -Lo miré mientras se lo decía y luego voltee a ver a la calle esperando un milagro-. ¿Y con quién te viniste en la mañana?
-¿Eh?
-Si, me dijiste que un amigo te traería.
Tragué saliva preocupada. Ese es el problema con las malditas mentiras, una vez que haces una tienes que hacer toda una cadena de pequeñas mentiritas para sostener esa.
-Ah, si. Me vine con... -mi mente comenzó a trabajar buscando opciones viables, ¿quién llega temprano siempre? Alguien, alguien...-, con Alan, el de diseño.
Me miró con una ceja levantada y temí por un momento que hoy, justo hoy, Alan haya llegado tarde y se encontrara con él.
-Vaya, no sabía que te llevaras tan bien con él.
-Si, si. Tenemos un amigo en común así que nos conocemos desde hace tiempo. -Eso, al menos, no era del todo una mentira.
-Que interesante, no creí que... nada, olvídalo. -Dijo soltando una risita.
-¿Qué? ¿No creíste qué?
-Bueno, no creí que él fuera de la clase de tipos que le da aventones a chicas como tú, mucho menos que te buscara hasta tu casa.
-¿A chicas como yo? ¿Qué quieres decir con eso? -Estaba apretando tanto los dientes, porque tenía la sensación de que en cualquier momento le diría hasta de lo que se iba a morir.
-Ya sabes... -rió de nuevo, provocando que apretara los puños para no golpearlo-. Solteras. No se si la conozcas, pero si su mujer se entera necesitarás cambiarte de ciudad.
Parpadee un momento, analizando esa nueva información.
-Ah no, no creo que haya problema.
-No, ni yo. -Lo dijo en un tono tan convencido que me permití un respiro, después de esto no volvería a decir una mentira en un buen tiempo. Aparte de vacío, mi estomago estaba revuelto por la tensión-. Sobre todo -añadió, haciendo que lo mirara con los ojos abiertos con algo parecido al pánico-, porque está con él, de vacaciones. Supongo que estarán muy agusto en Vallarta, anoche subieron unas fotos hermosas a su Facebook.
Hice una mueca y cerré los ojos, pensando por un momento en luchar para mantener la mentira, se me ocurrieron un par de cosas... pero ¿qué sentido tenía? Hijo de p...
-De acuerdo. -Dije derrotada.
-¿De acuerdo qué? ¿De acuerdo "te mentí" o de acuerdo "te he estado evitando"?
-Ambos.
-No es nada nuevo para mí, me doy cuenta muy fácilmente cuando mientes. Pero no entiendo porque todo este enredo, simplemente me lo hubieras dicho y te habrías evitado muchas cosas.
-No quería... que te sintieras mal. Normalmente la gente se siente mal cuando les dices "eh, no quiero que me hables hoy".
-¿Y como crees que me siento ahora? Créeme que peor que eso.
-Lo siento.
Y lo decía en serio. Maldito día de mierda. Maldito sueño.
-No estas esperando a tu papá ¿verdad?
Hice otra mueca.
-No. -Luego fruncí el ceño-. Tu no estás esperando a un amigo tampoco ¿verdad?
-No.
-Bien. Entonces me voy.
Me puse de pie, pero no alcance ni a dar un paso cuando me detuvo.
-Oye.
-¿Qué?
-No me dijiste por qué me estas evitando, ¿qué hice?
Solté una carcajada.
-Nada.
-Entonces que...
-Mira -lo detuve-, estoy harta. No te voy a contar mi sueño, no voy a volver a mencionar este día nunca más, de hecho no quiero seguir hablando ahora mismo y me largo porque me muero de hambre.
Me miró con una marcada, marcadísima, confusión.
-¿Qué soñaste?
-Adiós. -Ahora si comencé a caminar, pero de nuevo me detuvo, esta vez con su mano en mi brazo. Me alejé de inmediato, asustada.
-Espérame, iré por el auto y nos vamos a comer algo, yo también me muero de hambre.
-Tu siempre tienes hambre, y no estás bien de la cabeza.
Fue su turno de reír, aunque, a diferencia de la mía, si era una risa real.
-Hay cosas que no cambian. Eres mi amiga, lo menos que puedo hacer por irrumpir en tus sueños es pagar por la comida.
Acepté más por la mención de la palabra "amiga" que por cualquier otra cosa. Nada me podría haber dado más seguridad que eso. No estaba haciendo nada malo. Es mi amigo. Un estúpido sueño no arruinará eso. Solo es un sueño.
-Bueno, pero te espero aquí, no tengo energía para caminar hasta tu auto. -Aunque por prevención evitaría mirar sus labios de ahora en adelante.
-Ya vuelvo pues, créeme que con solo pensar en unos tacos hasta puedo ir corriendo. -Ambos reímos y él añadió-: No hay mejor manera para borrar un mal sueño que unos tacos.
Me guiñó un ojo y se dio media vuelta, realmente corriendo hacia su auto. Suspiré y crucé la calle para estar del lado del copiloto. Cambiar la novela por unos tacos no puede ser tan malo, ¿no?