8 de noviembre de 2015

Always with me

Nadie la amaría tanto

Cuentiembre #7

La veía todos los días.
Tengo poco tiempo en esta ciudad, pero desde el primer día, cuando salí temprano a tomarme un café frente al parque, la miré. No fue más que un destello y en ese momento, creyendo que no la volvería a ver, no le tome ninguna importancia.
Tardó casi una semana para convertirse en mi centro de atención. Y si, debo admitirlo, me obsesioné con ella. Era hermosa pero no de la forma tradicional, nada de caras angelicales ni cuerpos espectaculares, su rostro era todo ángulos y su cuerpo no era voluptuoso, pero sus piernas, ah... sus piernas.

Todas las mañanas salía a correr, duraba exactamente cincuenta minutos dando vueltas por el parque y después se iba corriendo a su casa. Nunca la seguí, no soy de esa clase de tipos, prefería mantener el misterio, la emoción. Ir descubriendo poco a poco sus secretos.

Un día de la tercera semana hubo un pequeño cambio que me hizo actuar, o más bien comenzar a planear como actuar. Llegó corriendo de la misma manera, solo que esta vez, en lugar de traer su pequeña botella de agua, traía también una mochila pequeña, rebotando sobre su espalda con cada paso que daba.

Cuando terminó con su rutina, en lugar de irse a su casa, pasó frente a mi y se sentó en una banca cercana a la mía, bebió agua, abrió su mochila y... sacó un libro. Me quedé embelesado mirándola por quién sabe cuanto tiempo. Ella leía ignorando todo a su alrededor y yo sentía que había encontrado un tesoro. Probablemente en ese momento me enamoré de ella, sin conocer nada más allá de sus cincuenta minutos diarios, sus largas y torneadas piernas y la pasión con la que devoraba un libro.

Aunque mi plan fue rápido, tomé en cuenta todos los detalles. Una semana después solo estaba esperando su llegada, en la misma banca de siempre pero con todo preparado.

El primer acercamiento fue fácil, un hola, una sonrisa, un chiste, un halago y una rápida despedida. Al día siguiente fingí que la ignoraba. Al día siguiente ella me buscó. Mantuvimos lo que yo llamo una amistad de protocolo, de esa que es obligatoria porque las chicas, por lo menos las inteligentes, no hablan de amor con un tipo al que acaban de conocer.

Y hubo amor, claro. Una historia no tiene sentido si no hay amor. Aunque mi amor es diferente, pocos chicos amarán a una chica como lo hago yo. ¿Y a ella? Nadie nunca la amaría tanto, de eso me encargué personalmente.

Después de nuestra primera cita, de nuestro primer beso y de muchos besos más, de dormir juntos y despertarnos juntos, después de que ella me amara tanto como podía hacerlo... pues decidí que era la indicada.

Una historia más en el periódico, una caso más sin resolver para los policías locales. Yo me mudé, por supuesto, como siempre lo hago. Pero a ella me la lleve conmigo, ahora siempre esta conmigo.


6 de noviembre de 2015

Cold rain

Tal vez es verdad

Cuentiembre #6

Mi nombre es Jonathan, Jonny para los amigos... o bueno, para Pablo ya que es mi único amigo. Pablo y yo nos conocemos desde pequeños, ahora tenemos once años y, a pesar de que él pasa un montón de tiempo en la escuela, seguimos siendo los mejores amigos.

Aunque últimamente algo le pasa, no me lo quiere decir pero lo siento, hay algo diferente, hay algo que no me dice y eso me pone muy triste. No me gusta estar triste, es como una lluvia cayendo siempre dentro de mí y me da frío, nunca había tenido frío antes, ni siquiera en los días de nieve cuando Pablo y yo jugábamos a hacer angelitos en el suelo o muñecos graciosos.

Solo cuando Pablo viene y jugamos y reímos el frío se va un poco, por eso hoy he preparado algo especial, me llevó casi toda la mañana pero he terminado justo antes de que llegue. Ahora lo espero con un poco de impaciencia, quiero ver su reacción, quiero que sea feliz y que todo vuelva a ser como antes.

El ruido de la camioneta se escucha afuera y la emoción me hace dar un par de brincos en la cama, luego me bajo con cuidado para no arruinar nada. Ya casi está aquí, sus pasos suenan por la escalera, ahora en el pasillo, frente a la puerta, el pomo gira, la puerta se abre, y ¡aqui esta!

-¡Sorpresa!- Le grito, corriendo emocionado hacia él. Espero ver su enorme sonrisa pero cuando llego al frente me aparta a un lado y cierra la puerta rápidamente. Está bien, solo esta impresionado.

Pablo camina hasta el centro de su habitación y gira, viendo todos los dibujos que he puesto en las paredes con la boca abierta. En los dibujos estamos los dos, en los mejores recuerdos que tengo, como la vez que jugamos a hacer figuras con las sombras de nuestras manos, o cuando trepamos hasta la cima de un enorme árbol y pasamos horas viendo a las personas ir y venir bajo nosotros, o cuando cuidamos y alimentamos a una cría de búho que cayo de un árbol, o cuando jugamos en la lluvia y luego salimos a buscar ranas, o cuando fuimos a acampar y nos encontramos rodeados de luciérnagas...

-¿Qué has hecho? -dice en voz baja, emocionado me apresuro a explicarle.

-Los hice para ti, para que recuerdes todos esos momentos que hemos tenido, cuando hemos sido muy felices... eres mi mejor amigo Pablo, no quiero perderte, si te hice algo malo dime que puedo hacer, quiero que todo vuelva a ser como antes.

-No. -Se gira para verme y me doy cuenta de que no está sonriendo, una oleada de hielo me cubre la piel-. No, no, no. No debiste hacerlo, tengo que limpirarlo... tengo que quitar todo esto antes de que... antes de que ella lo vea.

Corre hacia una de las paredes y comienza a quitar... no, a arrancar los dibujos. Con cada dibujo que quita un dolor nuevo me lastima, como si me estuviera acuchillando. Los ojos se me llenan de lágrimas y no hago nada cuando comienzan a caer, como la lluvia dentro de mi. Nunca había llorado antes, nunca me había sentido así.

-Para... -mi voz apenas se escucha así que me acerco a él-, para por favor, Pablo. ¡Detente!

Lo tomo del brazo y veo que mis manos están temblando, me muero de frío.

-¿Porque haces eso Pablo? -Le pregunto entre sollozos-. ¿Porque te deshaces de mi regalo?

Con un empujón se separa de mi y continúa arrancando los dibujos. Yo me siento débil y caigo de rodillas, me abrazo a mi mismo y me quedo contemplando como la felicidad de otro tiempo es borrada con violencia.

-Pablo... -susurró en un ultimo intento.

-¡Cállate! -Me grita con los dibujos en las manos, él nunca me grita así que me encojo y me quedo en silencio-. Tu no existes, esto no existe -sacude las hojas de papel y las arroja al suelo, dónde las pisotea-. No eres real y yo no puedo seguir creyéndome estas cosas, fue divertido antes, pero ya no. Ya estoy grande, así que debes irte antes de que todo mundo crea que estoy loco. ¡Vete, vete, vete!

Mientras me grita y escucho como hace trizas mi regalo para él, cierro los ojos y niego. Todos los momentos, todas las aventuras, todo era real, todo es real. Pablo es mi único amigo, ¿porque me dice eso?

Cuando abro los ojos de nuevo, Pablo está sentado frente a mi, todo esta en silencio y las paredes están limpias y el suelo también. Mis dibujos no se ven por ningún lado, solo uno ha sobrevivido y lo tiene él entre sus manos.

-Por favor... -suplico.

-Lo siento. -Él también está triste, y comienzo a comprender que todo esto es por su bien.

-Hazlo. -Le digo, un poco más en paz. Ya no siento frío, pero en realidad ya no siento nada.

-Adiós Jonny. -En cuanto lo dice, enciende una cerilla y el papel en sus manos comienza a quemarse desde la esquina. En el dibujo nos dábamos un abrazo mientras reíamos, mientras se quema, por un momento siento la llama cálida en el pecho. Y luego nada otra vez.

Me pongo de pie y veo como todo va desapareciendo, las paredes, las cortinas, los muebles y finalmente Pablo también, me miro las manos y lo último que recuerdo son sus palabras.

Tal vez es verdad, tal vez yo no existo, tal vez nunca existí.


El hogar de Miss Peregrine...

Información

Título: El hogar de Miss Peregrine para niños peculiares
Saga: #1 de Miss Peregrine's peculiar children
Autor: Ransom Riggs
Editorial: Planeta
ISBN: 9786070714818
Idioma: Español
Páginas: 420

Sinopsis

De niño, Jacob formó un vínculo especial con su abuelo, quien le contaba extrañas historias y le enseñaba fotografías de niñas levitando y de niños invisibles. Ahora, con dieciséis años, Jacob sufre la inesperada muerte del anciano. Entonces, en manos del joven cae una misteriosa carta que lo empuja a emprender un viaje hacia una isla remota de Gales, donde su abuelo se crio, para descubrir si todas esas historias que había oído de niño… son reales.

El hogar de Miss Peregrine para niños peculiares es una enigmática historia sobre niños extraordinarios y monstruos oscuros; una fantasía escalofriante ilustrada con inquietantes fotografías de época que deleitará tanto a jóvenes como a adultos. Una lectura sorprendente, inquietante e inolvidable.




¡WOAH!
Este libro me sorprendió mucho, tal vez porque no tenía ni idea de lo que iba, hasta que lo tuve en mis manos... ¡Y vaya!, es genial de una manera diferente.
Me enganchó desde el inicio, el protagonista, Jacob, tiene un divertido sentido del humor, pero aparte de eso es un personaje fresco, diferente a los personajes valientes y fortachones a los que ya estoy muy acostumbrada y que últimamente me aburren bastante.
Había estado intentando que me despidieran todo el verano, y había resultado poco menos que imposible. Pocas veces me había esforzado tanto en algo, y sin embargo no importaba lo incompetente que fingiera ser, Shelley me mantenía tozudamente en la plantilla.
Para él, nada en su vida es especial. Ni su escuela, ni su mejor amigo, ni sus padres, ni el futuro que tienen planeado para él. La única persona que le da algo de emoción a su vida es su abuelo, ambos comparten una conexión que ni Jacob entiende, y que después de unos trágicos sucesos lucha por comprender antes de que su vida pierda todo el sentido que le queda. 
A veces uno simplemente necesita salir por una puerta.
Lo que más me gustó de esta historia es el enorme y notable cambio que tiene Jacob, de las primeras páginas a las últimas hay una diferencia muy marcada, pero uno se adentra tanto en su mente que no se pierde de nada.

Y luego esta este genial toque perturbador que llegaba justo en los momentos clave. No se si fue porque la mayor parte del libro la leí de noche o algo, pero las fotografías "peculiares" me tenían en suspenso y si, varias veces sentí escalofríos...

Miss Peregrine fue exactamente como me la imaginé, de hecho es como me imagino a cualquiera que antes de su nombre lleve un Miss sin ser maestra de inglés xD Me encantó su aura misteriosa y, aunque era desesperante, la manera en que iba revelando los secretos fue muy buena. Si hubiera revelado todo desde un inicio no se habría creado la atmósfera de tensión que quedó tan genial.

Y los chicos peculiares, ¡me encantaron todos!... incluso el raro y oscuro Enoch <3
Y ese personaje totalmente, TOTALMENTE, inesperado al final... ¡woah!
Y la idea de poner extrañas y antiguas fotografías a lo largo de la historia, UN APLAUSO, en serio, me mordía las uñas cada que Jacob comenzaba a describir las imágenes que se encontraba... estaba como Rayos, en la siguiente página van a aparecer, rayos.
Y luego ¡PUM!
Es una idea brillante, eso mezclado con la excelente ambientación, me hacía sentir que estaba en los zapatos de Jacob, osea me hacía querer esconderme debajo de las sábanas por si las dudas.

En fin, es una genial historia, fresca, divertida y con algunos varios toques de terror. En lo personal me encantó porque estaba buscando algo diferente que leer, algo fuera de las típicas historias, y lo encontré muy bien. Eso si, quítense la ilusión de que encontrarán un romance por lo menos lindo. Hay algo de eso, pero ni Jacob se la cree así que... céntrense en lo demás, que créanme, vale la pena :3

En ocasiones, joven, pisa usted una línea precariamente fina entre ser encantadoramente empecinado e insufriblemente cabezón.
Puntuación:




Disponible en:



¡Además!

Tim Burton. ¡Tim Burton señores!
Él se encargará de llevar a la pantalla grande está genial historia.
No sé, pero ¡yo ya me muero por verla!
Para mi todo lo que hace este hombre es oro, <3




5 de noviembre de 2015

Pistacho

Destrozar, romper y matar

Cuentiembre #5


Conocerle fue...
...
fue...
creo que la mejor palabra que tengo para describirlo es: exótico.

Exótico pero en el buen sentido, como encontrar una flor hermosa, brillante y con nombre desconocido. Exótico como ver una tormenta eléctrica en el mar. Exótico como un limón dulce. Como una historia sin final, como los colores de un tucán, como un fuego que no quema, como una noche llena de estrellas, como la aurora boreal, como reír sin mover los labios, como los sueños de los niños, como un salto hacia el vacío, como un animal salvaje... como la nieve de pistache. Así y mil cosas más, todo lo que no sucede con normalidad.

Lo probé, lo disfrute, y me aleje sin mirar atrás.
Porque todo mundo sabe que lo exótico solo se puede mirar desde lejos.
Solo se puede apreciar.
No se debe amar.
Porque amar para ellos significa destrozar, romper y matar.


4 de noviembre de 2015

You are beautiful

Como si fuera cualquier cosa

Cuentiembre #4

En cuanto subo al auto agradezco enormemente el aire acondicionado, afuera me estaba congelando, en especial por la falda que decidí ponerme hoy, comenzaba a pensar que él nunca me diría que nos fuéramos de ahí.

Mientras maniobra para incorporarse a la calle lo miro de reojo, es guapo, muy guapo. La clase de hombre que una lleva orgullosa a casa, que presume ante sus amigas y que la hacen pensar en casas de tres recamaras, un patio para el perro y un montón de niños correteando por ahí. Me siento halagada, orgullosa de que me escogiera a mi.

Mientras avanzamos por el tráfico lo veo algo nervioso, aunque para ser sincera yo también lo estoy. Entrelazo las manos en mi regazo y comienzo una conversación banal, para relajarnos a ambos. Después de hablar del clima, del tráfico y de lo mucho que detesta a su jefe por tenerlo en el trabajo hasta altas horas de la noche, estábamos completamente relajados y hasta riéndonos.

Tenemos está química, de esa que en segundos disipa cualquier otra cosa, hace mucho tiempo que no experimentaba nada parecido y, por el asombro en su mirada, veo que a él le pasa lo mismo.

Cuando al fin llegamos a nuestro destino me sorprendo con lo lujoso del lugar, yo, que no estoy acostumbrada a nada lujoso, quedo completamente deslumbrada. A mi lado, él me sonríe con calidez y coloca una mano sobre las mías, dándome un ligero apretón.

-Vamos. -Su voz aterciopelada, sensual, me provoca un revoloteo de mariposas en el estómago.

Sale del auto y antes de que comience a abrir la puerta llega primero y la abre por mi, como todo un caballero. Un caballero que no pierde de vista mis piernas cuando bajo con cuidado, en los inestables tacones sobre la grava del estacionamiento. Me ofrece su brazo y lo entrelazo con el mío mientras caminamos hasta las puertas de entrada, espero que el maquillaje oculte bien el sonrojo que siento que me cubre las mejillas.

En cuando ponemos un pie adentro, un hombre con traje de tres piezas, muy elegante, lo saluda.

-Bienvenido señor, ¿tiene reservación?

-Por supuesto. -Le entrega su tarjeta de crédito y en cuestión de segundos el hombre vuelve con esa tarjeta y una más.

-Les deseo una excelente velada. -Dice haciendo una pequeña reverencia.

Él le agradece y se acerca para decirle algo al oído, a lo que el hombre asiente y se retira rápidamente. En cuanto nos quedamos solos él toma mi mano y me guía a través de un hermoso pasillo, decorado en tonos plateados, azules y grises. Nadie nos lanza ni una mirada, pero aún así me siento cohibida, fuera de lugar.

-No pensé que vendríamos a un lugar como este. -Le digo en voz baja.

-¿Porqué? -Parece sorprendido y, aunque es mayor que yo, no puedo evitar mirarlo como a un niño.

-Bueno, digamos que no estoy acostumbrada.

-Pues ya te acostumbrarás, no te preocupes.

No hablamos más hasta que nos detenemos frente a una puerta blanca, sencilla, pero con un 235 elegante, de metal perfectamente pulido, como si todos los días le sacaran brillo al menos tres veces, lo que probablemente así es.

-¿Seguimos? -Me pregunta mirándome a los ojos, solo entonces me doy cuenta de su tono inseguro.

-Por favor.

Sin nada más, pasa la tarjeta por el lector en la puerta y entramos a una enorme habitación. Todos los detalles que tiene son hermosos, pero en lo único en lo que me puedo concentrar es en la cama, justo en medio de todo. Gigante, a simple vista cómoda y cubierta con sábanas de satén perlado.

-¿Quieres algo de beber? -Niego con la cabeza y él parece aliviado-. La verdad es que yo tampoco.

Se mueve hasta la cama y deja su saco sobre una silla a un lado, yo, por mi parte, dejo caer el abrigo simplemente al suelo. Sin dejar de mirarme se desabrocha la corbata y la lanza hacia atrás, por su espalda, luego se quita los zapatos, los calcetines y se detiene cuando se desabrocha el cinturón.

Entiendo su mirada, sé lo que quiere que haga, pero ahora me siento, por primera vez en mi vida, expuesta, con la necesidad de explicarme, de aclarar algo que no debería aclararle a nadie.

-Sabes... -lo miro a los ojos, con el miedo de que de un momento a otro todo termine sin siquiera comenzar-, sabes lo que hay debajo de... esto, ¿verdad?

-Si no lo supiera, no estarías aquí. -Continúa desabrochándose el cinturón y el pantalón, los deja caer como si nada y sube las manos hasta los botones de su camisa.

-Puedo devolverte el dinero si quieres, no tienes porque...

-Quiero verte -me interrumpe-. Desnúdate.

Más claro imposible, inhalo profundamente y lo obedezco mientras miro como se quita su argolla de matrimonio, la deja como si fuera cualquier cosa sobre la ropa que ya se ha quitado y no se pierde ningún movimiento que hago.

-Eres hermoso. -Me dice con una mirada ardiente, llena de deseo.

-Hermosa -corrijo, desnuda no solo físicamente ante él-, prefiero hermosa.


3 de noviembre de 2015

Just a dream

Para superar un mal sueño

Cuentiembre #3

Me desperté aturdida por un sueño extraño. Un chico. Un chico con el que no debería soñar para nada. Sacudí la cabeza y busqué entre las sábanas mi teléfono. Solo quería consultar la hora pero en cuando encendí la pantalla me distrajo la notificación de 2 mensajes nuevos.

Uno era de mi hermano, deseándome buenas noches porque lo deje plantado en el Skype. Rayos. Vi con remordimiento hacia la laptop cerrada a un lado de la cama. Eso de quedarnos dormidos mientras conversamos nos pasa con mucha frecuencia, la universidad y el trabajo siempre nos dejan agotados. 

Le escribí una disculpa rápida y después de enviarlo no pude evitar quedarme pensando de nuevo en el sueño. El sueño más raro que he tenido en mucho tiempo.

¿Porqué?

No tengo la más mínima idea de porqué soñé con él. Es decir, no me atrae... puedo decir que a lo mucho me agrada y lo puedo considerar un conocido agradable, ni siquiera un amigo. Tal vez todo se deba a que he estado hablando mucho con él últimamente... y que mi mejor amiga se sigue mintiendo una y otra vez diciendo que ya lo superó. 

Es por eso que el sueño me incomoda en niveles que...  

Dí un respingo y solté una maldición cuando el teléfono comenzó a sonar justo frente a mis narices, la alarma me tomó por sorpresa y de los nervios tardé algunos segundos de más en desactivarla.

Entonces, finalmente vi el segundo mensaje. Era de él.

No debería haberme sorprendido pero... Dios. A mi mente solo llegaban las imágenes de mi sueño: sus manos rodeando mi cintura, sus labios trazando un camino de besos desde mis hombros hasta mi boca, su sabor a café y galletas de mantequilla, su aroma... Sacudí la cabeza y me concentré en leer el mensaje.
Hola, espero que no estés dormida, ¿vas a querer que pase x ti en la mañana?
Algo normal, ya que ambos habíamos entrado a trabajar en el mismo lugar. Tenía aproximadamente 2 semanas llevándome y trayéndome. Rápidamente contesté su mensaje.
No. No es necesario, gracias.
No sé cómo podría verlo a la cara de ahora en adelante. Verlo sin imaginar cosas raras. ¡Argh!
Justo cuando iba a levantarme para meterme a la ducha la notificación de un mensaje entrante me detuvo.
¿Segura? No es molestia, puedo pasar x ti y llegamos x un café, ¿q dices?
No, no, no, no, no. ¿Porqué me tiene que recordar el café? ¿Porqué el maldito sueño fue tan exacto?
No, gracias. De verdad. Es que ya quede con un amigo.
Solo espero que no lleguemos al mismo tiempo y descubra mi mentira. Me levanté al fin, con la motivación de llegar primero que él para poder esconderme e ignorarlo el resto del día. Estuve lista media hora antes de lo normal y salí de mi casa cuando aún parecía de noche. Tenía que caminar aproximadamente 15 minutos para llegar a la parada de autobús así que saque mis audífonos y los conecte a mi teléfono. Vi otro mensaje.
Ok.
Cortante. Dolido. Bien hecho Lara, bien hecho. Has provocado que tu estúpido sueño haga sentir mal a una buena y amable persona. Me sacudí la culpa y seguí caminando, la música, el viento frío y poner un pie enfrente del otro me distrajeron muy bien de mis alocados pensamientos. 

Llegué casi veinte minutos más temprano de lo normal, me tomé mi tiempo para preparar mis cosas y salí de la oficina para hacer varios pendientes que tenía acumulados mucho tiempo atrás, cosas sencillas como imprimir nuevos formatos, actualizar planos, recabar información de otros compañeros. Nada que provocara, ni accidentalmente, que me encontrara con él. 

Para las cuatro de la tarde estaba muy orgullosa y completamente segura de mi éxito. En una hora me iría a casa -saldría corriendo de ser necesario-, me metería de lleno en la nueva novela que había comenzado el fin de semana y me obligaría a soñar con ese sexy y sensible protagonista, moreno, alto y de ojos claros, nada que ver con él.

Todo iba bien hasta que, diez minutos antes de salir, me habló mi jefa. Fui hasta su oficina con todo el cuidado del mundo, procurando vigilar dos veces cada pasillo para no toparmelo. Cosa que fue totalmente innecesaria cuando cruce su puerta ya que ahí estaba, junto a ella, con una sonrisa de triunfo.

Disimulé lo mejor que pude, me mantuve fresca, profesional. Incluso le devolví la sonrisa.

-Lara, Sebastián ha venido para pedirnos soporte con uno de sus proyectos, como los otros chicos están bastante ocupados quiero saber como vas con tus tareas, si te encuentras muy ocupada sabes que no hay problema. 

Amo a mi jefa, nunca nos sobrecarga, nunca nos presiona de mala manera. Por eso mismo no podía mentirle. 

-La verdad es que hoy adelante varias cosas que tenía pendientes, si el asunto de la unidad 4 sigue igual, solo tengo actividades de comprobación. 

-Excelente, entonces tu te encargarás de este proyecto. No se si te puedas quedar una hora hoy para que Sebastián te explique en qué consiste todo.

Mierda. Eso me pasa por cantar victoria antes de tiempo. Una hora sería una pesadilla. Una horrible y sucia pesadilla.

-No te preocupes si salimos tarde, yo te puedo llevar a tu casa. -Añadió con una expresión casi gatuna. De cuando el gato al fin tiene en la mira al ratón.

-Gracias, pero no hace falta. Mi... padre, dijo que pasaría por mi, solo tengo que llamarlo antes. De hecho debería llamarlo ahora mismo. En un momento me reúno contigo.

Todo el tiempo me mantuve viendo el reloj y la pantalla de mi teléfono, no me atrevía a mentir tan descaradamente mirándolos a los ojos. La verdad es que tendría que tomar un taxi porque hace casi dos años que mi padre no me dirige la palabra. No es algo que me afecte a estas alturas, pero suelto un suspiro pensando que hubiera sido una genial manera de escapar.

Vuelvo a la oficina y aprovecho para revisar correos y actualizar algunas cosas sin importancia, hago tiempo aunque se que no sirve de nada. Finalmente salgo con una pequeña libreta y una pluma, cargándolas como si fueran dos armas poderosas que me protegerían... pues al menos de mi misma.

Antes de tocar la puerta, me repetí "Actúa normal, actúa normal, actúa normal." como un mantra para superar esta estúpida situación. Casi no alcanzo a escuchar el suave "adelante" que me respondió.

Al verlo sentado tan cómodamente frente a su escritorio, con las mangas de la camisa dobladas hasta los codos, sus ágiles manos ordenando varios grupos de papeles frente a él... maldije a todo mundo por no poderlo seguir viendo de la misma manera. Decidí culpar a la persona más inocente y fuera de lugar de esto: mi mejor amiga. Ella tenía la culpa por enamorarse de él primero, y también por no hablarme de otra cosa más que de él y del daño que le hizo con su rechazo. 

Cuando levantó la mirada y me encontró ahí de pie, observándolo como una estúpida, y me dedicó su sonrisita de medio lado, también lo culpé a él, por no haberse quedado con mi amiga, por haber entrado a trabajar a este maldito lugar, por ser tan amable conmigo. Lo odio tanto.

-¿Qué sucede? ¿Si podrá venir tu padre por ti?

-Si -miento de nuevo. Me acerco hasta la silla frente a él y me dejo caer como si estuviera muy cansada. Por lo menos finjo lo físico, porque mentalmente me estoy muriendo-. Pero terminemos esto rápido porque estoy muy cansada y aún tengo muchas cosas por hacer.

-De acuerdo. -Dijo encogiéndose de hombros y pasando a explicarme el dichoso proyecto.

Por suerte, se trataba de algo sencillo y tras hacer un par de anotaciones me puse de pie y me despedí, dejándolo ahí para que terminara con sus asuntos. Casi corrí hasta mi oficina y una vez ahí guardé todo rápidamente. No era muy tarde, pero por ser invierno afuera ya estaba oscureciendo. Con suerte pasaría un taxi por la calle principal y no tendría problemas para continuar con mis planes.

Antes de salir de la oficina escuché la notificación de un mensaje nuevo en mi celular, pero sospechando de quién se trataba, fingí que no lo había escuchado y guarde el teléfono en el bolso, sin olvidar ponerlo en silencio.

Salí de la oficina triunfante, salí del pasillo a recepción triunfante, salí hasta la puerta de vigilancia triunfante. Pero cuando llegué al estacionamiento se acabó mi dicha. 

-¿Qué haces aquí? 

De verdad me lo preguntaba, ¿Qué no tenía mucho papeleo que hacer? ¿Como llegó antes que yo?

-Bueno, hay muchas cosas que requieren de otros departamentos, así que esperarán a mañana. 

-Hmm, pues... que bien que te irás a casa no tan tarde. 

-Si.

Después de eso vino un incomodo silencio y tras un gesto de despedida me fui a sentar en una de las bancas, como si de verdad estuviera esperando a que llegaran por mi. Cinco minutos después Sebastián se sentó a mi lado, lo volteé a mirar con el ceño fruncido.

-¿Por qué no te vas?

-Vaya, qué directa. Puedo sentarme en otra banca si quieres...

Por supuesto. ¡Largo!

-Lo siento, me refiero a... ¿por qué... sigues... aqui? -Hago un gesto con la mano, tratando de explicarme.

-Estoy esperando a un amigo. Le dije que saldría tarde y me pidió que lo llevara porque él saldría tarde también. 

-Oh... -Triple mierda.

-¿Y tu padre? ¿Si podrá venir por ti?

-Si, si. Lo que pasa es que... primero tiene que ir por mis hermanos y mi hermana Lu tal vez tenga clases en la universidad, me dijo que se podía retrasar. 

Le estoy agarrando practica a esto de las mentiras.

-Oh, bueno, al menos nos haremos compañía, a ver quién se va primero. -Comentó sonriendo, aunque su tono tenía algo... 

Pronto caímos en una conversación banal sobre música, las películas que están en cartelera, el chiste que contó uno de nuestros amigos en la cafetería a la hora de la comida, dónde yo no estuve porqué -como le expliqué- estaba haciendo cosas importantes. Seguí la conversación, me reí cuando tenía que hacerlo, respondía a las preguntas y comentaba otro tanto. Todo mientras cruzaba los dedos porque se fuera de una buena vez, me estaba muriendo de hambre.

-A ti te pasa algo conmigo. -Comentó de golpe haciéndome respingar.

-¿Qué? ¡Claro que no!, ¿porqué lo dices? -Esperaba que en mis ojos no se viera ningún reflejo de mi sueño, nada. Borrate, borrate, ¡borrate! Pero mi condenada memoria no hacía más que recalcar las escenas.

-Siento que me has estado evitando todo el día y que no soportas estar hablando conmigo. -Maldita suspicacia. Maldita.

-Claro que no. Es solo que hoy fue un día bastante cansado, tenía muchas cosas pendientes que sacar adelante.

-Ya. -Lo miré mientras se lo decía y luego voltee a ver a la calle esperando un milagro-. ¿Y con quién te viniste en la mañana?

-¿Eh?

-Si, me dijiste que un amigo te traería.

Tragué saliva preocupada. Ese es el problema con las malditas mentiras, una vez que haces una tienes que hacer toda una cadena de pequeñas mentiritas para sostener esa. 

-Ah, si. Me vine con... -mi mente comenzó a trabajar buscando opciones viables, ¿quién llega temprano siempre? Alguien, alguien...-, con Alan, el de diseño. 

Me miró con una ceja levantada y temí por un momento que hoy, justo hoy, Alan haya llegado tarde y se encontrara con él.

-Vaya, no sabía que te llevaras tan bien con él. 

-Si, si. Tenemos un amigo en común así que nos conocemos desde hace tiempo. -Eso, al menos, no era del todo una mentira. 

-Que interesante, no creí que... nada, olvídalo. -Dijo soltando una risita.

-¿Qué? ¿No creíste qué?

-Bueno, no creí que él fuera de la clase de tipos que le da aventones a chicas como tú, mucho menos que te buscara hasta tu casa.

-¿A chicas como yo? ¿Qué quieres decir con eso? -Estaba apretando tanto los dientes, porque tenía la sensación de que en cualquier momento le diría hasta de lo que se iba a morir.

-Ya sabes... -rió de nuevo, provocando que apretara los puños para no golpearlo-. Solteras. No se si la conozcas, pero si su mujer se entera necesitarás cambiarte de ciudad.

Parpadee un momento, analizando esa nueva información.

-Ah no, no creo que haya problema.

-No, ni yo. -Lo dijo en un tono tan convencido que me permití un respiro, después de esto no volvería a decir una mentira en un buen tiempo. Aparte de vacío, mi estomago estaba revuelto por la tensión-. Sobre todo -añadió, haciendo que lo mirara con los ojos abiertos con algo parecido al pánico-, porque está con él, de vacaciones. Supongo que estarán muy agusto en Vallarta, anoche subieron unas fotos hermosas a su Facebook. 

Hice una mueca y cerré los ojos, pensando por un momento en luchar para mantener la mentira, se me ocurrieron un par de cosas... pero ¿qué sentido tenía? Hijo de p...

-De acuerdo. -Dije derrotada.

-¿De acuerdo qué? ¿De acuerdo "te mentí" o de acuerdo "te he estado evitando"?

-Ambos.

-No es nada nuevo para mí, me doy cuenta muy fácilmente cuando mientes. Pero no entiendo porque todo este enredo, simplemente me lo hubieras dicho y te habrías evitado muchas cosas.

-No quería... que te sintieras mal. Normalmente la gente se siente mal cuando les dices "eh, no quiero que me hables hoy".

-¿Y como crees que me siento ahora? Créeme que peor que eso.

-Lo siento. 

Y lo decía en serio. Maldito día de mierda. Maldito sueño.

-No estas esperando a tu papá ¿verdad?

Hice otra mueca.

-No. -Luego fruncí el ceño-. Tu no estás esperando a un amigo tampoco ¿verdad?

-No.

-Bien. Entonces me voy. 

Me puse de pie, pero no alcance ni a dar un paso cuando me detuvo.

-Oye. 

-¿Qué?

-No me dijiste por qué me estas evitando, ¿qué hice?

Solté una carcajada.

-Nada.

-Entonces que...

-Mira -lo detuve-, estoy harta. No te voy a contar mi sueño, no voy a volver a mencionar este día nunca más, de hecho no quiero seguir hablando ahora mismo y me largo porque me muero de hambre.

Me miró con una marcada, marcadísima, confusión.

-¿Qué soñaste?

-Adiós. -Ahora si comencé a caminar, pero de nuevo me detuvo, esta vez con su mano en mi brazo. Me alejé de inmediato, asustada.

-Espérame, iré por el auto y nos vamos a comer algo, yo también me muero de hambre. 

-Tu siempre tienes hambre, y no estás bien de la cabeza.

Fue su turno de reír, aunque, a diferencia de la mía, si era una risa real.

-Hay cosas que no cambian. Eres mi amiga, lo menos que puedo hacer por irrumpir en tus sueños es pagar por la comida.

Acepté más por la mención de la palabra "amiga" que por cualquier otra cosa. Nada me podría haber dado más seguridad que eso. No estaba haciendo nada malo. Es mi amigo. Un estúpido sueño no arruinará eso. Solo es un sueño. 

-Bueno, pero te espero aquí, no tengo energía para caminar hasta tu auto. -Aunque por prevención evitaría mirar sus labios de ahora en adelante.

-Ya vuelvo pues, créeme que con solo pensar en unos tacos hasta puedo ir corriendo. -Ambos reímos y él añadió-: No hay mejor manera para borrar un mal sueño que unos tacos. 

Me guiñó un ojo y se dio media vuelta, realmente corriendo hacia su auto. Suspiré y crucé la calle para estar del lado del copiloto. Cambiar la novela por unos tacos no puede ser tan malo, ¿no?



2 de noviembre de 2015

One day

Canciones de una noche para todo el año

Cuentiembre #2

Había una vez un chico enamorado, y también una chica muerta. Todos los días del año él escribía para ella y todas las noches del año ella leía para él. Pero solo un día se les permitía verse, escucharse, reír juntos y soñar juntos.

Cuando al fin llegaba el día tan esperado él se vestía con sus mejores ropas y esperaba la llegada de su amada, que, lentamente, pedacito a pedacito, aparecía siempre, en esa cita que tenían todas las primeras noches de noviembre, todos los años, todos los otoños, todas las vidas.

Cada año él le entregaba todo de sí en esa noche, decoraba con velas, le llevaba flores, su comida favorita y, cuando se lo pudo permitir, una botella de vino para compartir; pero lo más valioso nadie lo podía ver, nadie salvo ella, que lo apreciaba más que cualquier otra cosa en su vida y en su muerte.

Sin embargo, cada año ella temía por él, temía no encontrar las palabras adecuadas y perderle para siempre, temía no poder demostrarle en esas pocas horas que su corazón seguía a su lado, que siempre lo estaría, tanto en su soledad como en su alegría.

Ellos hablaban y hablaban, de todo y de nada. Convertían esas pocas horas en una esperanza, más que en un desaliento; no había cabida para las lágrimas ni para el dolor, bromeaban, reían, se amaban sin poder tocarse, pero se tocaban el alma con una simple mirada. Soñaban con caminar de la mano, transformaban el pasado en fantasía y la fantasía en recuerdos. Todo valía la pena por ese día, las lluvias sin sus besos, los chistes sin su risa, las nubes sin su sol.

Cuando la noche estaba por finalizar, siempre, sin falta, ella tenía una canción lista para él, una canción nueva, una que hablaba de días cálidos para cuando tuviera frío, o que hablaba de la cura de sus caricias para cualquier dolor, o de lo mucho que lo amaba para sus días de alegría, o de tristeza, o de derrota, o de victoria, para cualquier ocasión.

Él la escuchaba con deleite, guardándola en su memoria junto a todas las demás, mientras ella coleccionaba flores y velas, él coleccionaba sus canciones y sus letras. Y luego, en el último minuto, ella tomaba aliento e ignoraba el dolor que, increíblemente, aún sentía en el pecho, para ponerle una condición, para que él le cumpliera un deseo.

Gradúate con honores, fue el del primer año. Ten más amigos, fue el del segundo. Estudia eso que tanto quieres. Consigue una mascota. Entra al equipo de fútbol. Termina tu carrera. Ve por ese empleo. Hazte amigo de esa chica. Pídele una cita. Háblale de mí. Amala y déjala amarte. Busca ese ascenso. Dedícale ese libro a ella. Cásate con ella. Ten una familia. Y por muchos años fue el mismo: Ámalos a ellos como me amas a mí, demuéstraselos como me lo demuestras a mí. Y cuando él se esforzó en cada uno de ellos, cuando ella vio que hace mucho tiempo él ya no los necesitaba, le pidió una última cosa: Sé feliz.

Así ella lo amaba, así él nunca dejó de hacerlo. Pasaron los años, las décadas, las idas y venidas, los saludos y las despedidas. Cambiaron los lugares, los árboles y el clima, pero nunca faltaron a su cita. Había más gente en su vida que lo llenaba de dicha, descubrió que un corazón puede amar incansablemente, sin final y sin medida. Comprendió que no solo existe un amor para toda la vida.

Y ella lo amó, año tras año, celebró a su lado cada meta cumplida, guardó en su corazón la felicidad de su vida y, cuando él le puso a su primera hija su nombre, descubrió que aún en la muerte, se puede volver a morir de amor. Así, entre flores y luces, entre pequeños deseos y canciones, fue como ella lo mantuvo vivo mientras él no podía por sí mismo, lo mantuvo vivo para mantenerse viva, mientras lo esperaba en el atardecer de la muerte.

A ellos se les concedió algo que pocas veces es concedido: la fortuna de amar a alguien profundamente, sin tener que decir adiós.


Goodnight

Una apuesta y un juego.

Cuentiembre #1

Iba de camino a casa, no soy de las chicas que disfrutan las noches de Halloween, de hecho detesto esta fecha porque por todos lados hay cosas que dan miedo. En la televisión, en internet, incluso en la radio. Este año, además, se añadieron mis amigos.

No se porque les hice caso y me apunte para ir a esa fiesta. Bueno, si, lo sé. Me dejé contagiar por la emoción de los demás y por el incentivo de que ahí estaría Cesar, el chico de la universidad que me gustaba. Y recalco que me gustaba porque hace unas horas dejo de hacerlo. Es un imbécil.

La fiesta tampoco fue de mi total agrado. Empezó bien porque estaban ahí mis cuatro mejores amigos, uno de ellos cumplía años y la fiesta era más en su honor que por Halloween, pero todos tenían que ir disfrazados. Las chicas me ayudaron a escoger el disfraz, no es que tuviera mucha ciencia ir vestida de ángel, pero ellas quisieron poner su granito de arena.

El caso es que estábamos muy agusto todos, riendo y tomándonos fotos, contando algunas historias de terror y pasando el tiempo. Ese fue el único momento de la fiesta que me gustó, entonces me separé de ellos para ir al baño y cuando regresaba a dónde estábamos me llegó el primer mensaje:
Qué buena fiesta, ¿verdad?
Provenía de un número desconocido, la lada ni siquiera era de la ciudad, por eso mismo no me molesté en culpar a mis amigos de estar jugándome una broma pesada.
Si, ¿nos conocemos? Lo siento, no tengo tu número.
Le respondí y volví a guardarme el móvil. Justo en ese momento vi a Cesar venir hacia mi con una sonrisa de medio lado.

-Jessica, ¿verdad? -asentí con una sonrisa dudosa y el se apresuró a explicarse-. Tu amiga me estuvo hablando de ti, ¿quieres bailar?

Abrí los ojos con sorpresa y algo de vergüenza. Las mataría, en cuanto las viera de nuevo, las mataría, porque estoy segura que las dos tuvieron que ver en esto. Todos, de hecho.

-Claro.

En realidad no quería bailar, pero lo acompañe de igual forma, comprobando que una cosa es tener un sano enamoramiento platónico, y otra conocer al chico en cuestión y hablar con él. O en su defecto, no hablar. A Cesar solo le interesaba bailar y aprovechar la ocasión para meterme mano y cuando, tras una pausa, me sugirió amablemente "regresarme al cielo" en una de las habitaciones de arriba, perdió todo su encanto. Le dije que "no gracias" y me despedí para ir en busca de mis amigos. Lo malo es que no estaban por ningún lado.

Cerca de media noche encendieron unas luces estroboscópicas y pusieron música de rock pesado. Con eso todo adquirió un tinte un poco más aterrador.

Como tenía el móvil en la mano, pendiente de recibir una respuesta a todas las llamadas y mensajes que les había dejado a mis amigos, me di cuenta cuando entro un nuevo mensaje y, esperanzada, lo leí rápidamente.
Tu no me conoces, pero pronto lo harás. Muy pronto.
El mensaje me provocó un escalofrío. Voltee a ver si alguien cerca estaba mirándome, pero con las luces y el escándalo, no pude ver nada.
Si esto es una broma, está bien, lo lograron, solo salgan de dónde estén.
La respuesta llegó de inmediato.
No es una broma. Para nada. Y si te refieres a tus amigos, hace como una media hora que se fueron a otra parte.
La preocupación martilleó en mis sienes, como pude atravesé la marea de gente y llegue hasta la puerta de entrada, salí al estacionamiento buscando el auto donde habíamos llegado, pero no estaba. Se habían ido y me habían dejado ahí.

Estaba un poco furiosa con ellos, por irse sin avisarme. Además ellos eran los que me habían convencido de ir. Pero fuera de eso, estaba más preocupada por irme a casa. No traía dinero y no conocía a nadie de la fiesta, salvo a Cesar, que bien podría estar "llevando al cielo" a alguien en estos momentos.

Resignada, calcule que la caminata hasta mi casa sería de una hora, más o menos. Siendo noche de Halloween tenía buenas probabilidades de encontrarme con varios grupos de niños y sus padres, pidiendo dulces en las casas aledañas.

No pasaron ni cinco minutos cuando me tuve que detener para quitarme los zapatos, mis pies llegarían destrozados si continuaba con esas cosas, cuando comencé a caminar de nuevo, mi teléfono vibro con otro mensaje. Ya no tenía muchas esperanzas de que fueran los chicos y leí el mensaje con más desconfianza que otra cosa.
Buena idea quitarte los zapatos, así podrás correr a casa.
Me giré rápidamente pero la calle estaba sola, algunas casas tenían las luces encendidas pero nadie se asomaba por las ventanas. Por un momento pensé en volver a la fiesta y pedir ayuda, o simplemente quedarme ahí hasta que amaneciera y volver con la seguridad de la luz del día. Eso es lo que debí haber hecho en un inicio, pero ahora existía la posibilidad de que quién me estaba mandando los mensajes se encontrará detrás de mí. Aunque no pudiera verlo, había muchos lugares dónde esconderse.
Mira, me estas asustando... si esto es una broma detente o llamaré a la policía.
Comencé a caminar de nuevo, está vez a un paso más veloz, mirando hacía atrás cada pocos metros y cuidándome de no pisar cosas afiladas o tropezar. Había avanzado un buen tramo cuando el teléfono volvió a vibrar, a duras penas contuve las ganas de lanzarlo lejos.
Llámalos, ¿sabes cuantas llamadas reciben en Halloween? te escucharán, por supuesto, pero para cuando lleguen, probablemente...
Dejó los tres puntos suspensivos para que entrara en pánico, lo se, pero con trabajo pude evitar soltar un grito ahí mismo. No me importó lo que dijo de la policía, de igual forma marqué mientras comenzaba a trotar.

-Novecientos once, ¿cuál es su emergencia?

-Hola, hay alguien persiguiéndome -contesté con la voz entrecortada-, salí de una fiesta y comenzó a mandarme mensajes, no se quién es pero me esta observando.

-Muy bien señorita, ¿hay algún lugar cercano  en dónde pueda pedir ayuda y refugio en lo que llegan nuestros oficiales?

-No -dije casi sollozando-, hay casas más adelante pero las más cercanas están a unos cinco minutos.

-De acuerdo, necesito que se mantenga en la línea y que me diga en donde se encuentra.

Le respondí y corrí un poco más rápido, cuando vi las luces de las casas a lo lejos escuché un ruido atrás de mí. Un automóvil. Iba a hacerle una señal para que se detuviera, pero se me ocurrió que podía tratarse del tipo de los mensajes.

-Viene un auto... viene un auto.

-Salga de la calle -me dijo la operadora, seguramente pensando en lo mismo que yo.

Le hice caso y traté de pasar desapercibida en la orilla de la calle. Por desgracia no había árboles tras los cuales pudiera esconderme. El auto se escuchaba cada vez más cerca y acelerando. Cuando pasó por mi lado, ignorándome, solté la respiración contenida, aliviada, pero entonces el auto se detuvo unos diez metros enfrente, las luces rojas brillando con fuerza, dándome un mal presentimiento.

-Se detuvo... enfrente... ahora está retrocediendo. -Aunque hablaba en voz baja la operadora debió notar que estaba a punto de comenzar a llorar y gritar por la tensión.

-¿Tienes algo que te pueda servir de arma?

Lo único que traía en mis manos eran los zapatos, y los aferré con fuerza al pensar en los tacones.

-Si.

-Úsala si es necesario, guarda el teléfono pero no cuelgues. Guárdalo dónde no puedan verlo.

De inmediato lo metí por mi escote y me acomodé los zapatos en las manos, con el tacón de aguja apuntando hacia fuera. El auto se detuvo justo a un lado de mi y el vidrio del copiloto bajo lentamente, mostrándome a un chico frente al volante, sin disfraz y con semblante preocupado.

Como no traía disfraz podría deducir que no venía de la fiesta, y, que por lo tanto, no es el que me ha estado enviando mensajes. Aunque claro, un pensamiento tan ingenuo como ese puede traer tantos problemas como el pánico. Mejor me aferro a la idea de que la policía ya está en camino.

-Hola -dijo el chico del auto-, ¿estás sola? ¿no quieres que te lleve? Voy al otro lado de la ciudad.

Parecía amable y genuinamente preocupado, pero negué con la cabeza con decisión.

-No gracias, alguien ya viene en camino.

-¿Estás segura?

-Si.

El hombre se encogió de hombros y se fue, dejando la calle oscura y en silencio otra vez. Miré hacia atrás de nuevo, encontrando la calle igual de vacía. Pensé que el hombre se habría asustado cuando llamé a la policía y había decidido ir a buscar a otra persona. Tomé el teléfono de nuevo e informé a la operadora, en caso de que no hubiera escuchado antes.

-Se ha ido, estoy a punto de llegar a un grupo de casas y llegaré a pedir ayuda ahí.

-Lo has hecho muy bien Jess, estás a punto de lograrlo.

-Gra... -me detuve de golpe cuando me di cuenta de algo. Mire con horror el teléfono-. ¿Qué ha dicho?

-Qué estas a punto de...

-No. Me llamó Jess... Yo nunca le dije mi nombre, ¿como...

La risa al otro lado de la línea me provocó un mareo, pero fueron sus palabras las que me dejaron al borde del colapso.

-Será mejor que empieces a correr.

Y así lo hice. Corrí como una maldita loca, ya sin fijarme hacia atrás, con el único objetivo de llegar a algún lugar a pedir ayuda.

Cuando finalmente llegué a las casas que vi desde lejos se me cayó el alma a los pies, no había ni una sola que no tuviera vayas enormes, enrejados o que no pareciera un refugio antiaéreo. Comencé a gritar por ayuda, con la esperanza de que por lo menos algún guardia me escuchara. Pero pronto volví a caer en cuenta de la fecha, en cuenta de que los gritos eran algo normal. Incluso parecería una broma. Mantuve, sin embargo, la esperanza de que al menos llamaran a la policía. A la policía de verdad.

Continúe corriendo, con todas mis fuerzas, más allá de lo que calculaba que era la mitad del camino intenté llamar a la policía de nuevo.

-¿Ya te cansaste de correr?

Colgué de inmediato y marqué a uno de mis amigos en su lugar, cuando escuché el primer tono casi grito emocionada.

-Vamos, te falta poco para llegar aún pu...

Colgué comprendiendo lo que pasaba. Todas mis llamadas estaban siendo desviadas a ese número, y, seguramente, también estaban desviando mis llamadas entrantes. No tenía ni idea de cómo lo estaban haciendo, pero ya no me fiaba de mi teléfono, que en ese momento vibró con otro mensaje.
Debiste haber aceptado el ofrecimiento de ese amable chico, o quién sabe, tal vez hubiera sido peor.
Con más furia que miedo lancé el teléfono lo más lejos que pude. Eche otro vistazo hacia atrás y seguí corriendo.

Corrí y corrí hasta que me dolieron las piernas, los pies hacía tiempo que habían perdido sensibilidad, no quería ni voltear a verlos porque estaba casi segura de que estaban en carne viva.

Cuando divisé el conjunto de apartamentos donde vivía me permití aflojar un poco el paso, sintiéndome casi en casa. A metros de la seguridad. Y entonces escuché un ruido detrás, ramas, piedras y asfalto. Giré la cabeza sobre mi hombro y lo vi. Alguien totalmente vestido de negro, mascara incluida, corriendo a una buena velocidad.

Sin pensarlo dos veces avancé con un vigor renovado, estaba cerca, era lo único que podía pensar. Unos metros más, solo unos metros más.

Casi no podía creerlo cuando llegué, incluso cuando subí las escaleras para llegar a mi apartamento en el tercer piso sentía que el último esfuerzo había sido demasiado fácil, mi perseguidor se había rendido sin más, porque no lo veía por ningún lado. Me detuve enfrente de mi puerta y mis manos temblaban para meter la llave y abrir. Lance un último vistazo al pasillo vació y entre en mi apartamento.

Me deje caer contra la puerta, no sin antes echarle llave, y me permití respirar aliviada. Demasiadas emociones pasaban por mi mente cuando escuché la voz.

-Hiciste un buen tiempo.

Era ella, la voz de la falsa operadora. Se me escapó un grito y me giré para abrir la puerta y salir. Lo hubiera hecho, si no hubiera estado el hombre vestido de negro impidiéndomelo. Me empujó hacia adentro y me moví sin oponer resistencia, estaba entumecida, en shock. Era imposible que esto me estuviera pasando a mi. Yo nunca buscaba problemas, a mi no me deberían pasar este tipo de cosas. Los ojos se me fueron llenando de lágrimas mientras el hombre encendía la luz y se quitaba la máscara. Era el chico del auto, el que se ofreció a traerme.

-Verás -dijo la mujer, poniéndose de pie desde mi comedor-, hicimos una apuesta, si él conseguía atraparte antes de que llegaras aquí, te ganaba él. Si llegabas, te ganaba yo. Te mentí cuando te insinúe antes que si hubieras aceptado el aventón te habría ido peor, la verdad es que yo soy más... creativa.

-¿Po... por qué... hacen esto? ¿Por qué yo?

-Oh, no te sientas especial, es un simple juego.

-Nuestro juego de Halloween. -Agregó el chico.

No soy de las chicas que disfrutan las noches de Halloween, y después de ese día de malas decisiones, perdí la esperanza de llegar a hacerlo alguna vez.


1 de noviembre de 2015

Fangirl

Información:

Título: Fangirl
Libro único
Autor: Rainbow Rowell
Editorial: Alfaguara Juvenil
ISBN: 9786071134653
Idioma: Español
Año: 2014
Páginas: 509

Sinopsis:

CATH ES FAN DE SIMON SNOW. Bueno, todo el mundo es fan de Simon Snow… Pero para Cath, ser fan es la vida entera. Ella y su hermana gemela, Wren, de niñas se refugiaron en la saga de Simon Snow para sobrevivir a la partida de su madre. 
Leer. Releer. Participar en foros de Simon Snow. Escribir fanfiction de Simon Snow. Disfrazarse de sus personajes en los estrenos de las películas.

Pero últimamente la hermana de Cath se ha distanciado muchísimo de ese apasionado mundo de los fanáticos, quiere salir a fiestas y divertirse, sólo que Cath no puede dejarlo atrás. Además no quiere. 
Ahora que comienzan la universidad, Wren le dijo a Cath que no quiere ser su compañera de cuarto. Cath está sola y muy lejos de su zona de confort. Tiene una compañera malhumorada, con un novio encantador que siempre la visita; una profesora de Escritura Creativa que odia la fanfiction; un compañero de clase lindo pero que solo quiere hablar de palabras, es una especie de amigo literario nada más..., y para colmo no puede dejar de preocuparse por su papá, tan amoroso y frágil y que, hasta ahora, jamás ha estado verdaderamente solo. 
Para Cath, la cuestión es: ¿podrá hacerlo? ¿Podrá sobrevivir sin Wren? ¿Está lista para comenzar a vivir su propia vida? ¿Y realmente desea avanzar con su vida, si esto significa dejar atrás a Simon Snow?



Me gustó mucho... Demasiado :O

Lo leí se podría decir que en una sentada, lo que me sorprendió porque si, he leído muchísimos libros mejores pero ninguno me había mantenido tan pegada a la historia, me refiero a que... simplemente no me di cuenta hasta que se me acabó. Con otros libros me he enviciado, si, pero en algún momento me daba cuenta de cosas como... "oh rayos me arden los ojos, he leído 200 páginas, tengo que descansar"... pero con este no me di cuenta de las páginas que llevaba, solo seguía leyendo y leyendo, hasta que me di cuenta de que amaneció y me quedé en shock porque ya no ocupaba la luz de la lampara y ya me quedaban como unas 20 hojas para terminarlo, ¡cuando solo iba a leer un capítulo! jajajaja, me enganchó tanto que se me acabó y apenas me enteré.
No tienes amigos, tu hermana te deja  y eres maniática con la comida... Y estás obsesionada con Simon Snow.
Y bueno, ahora si comenzando con la reseña (xD): La verdad es que lo amé. Me sentí tan, tan, tan, tan, identificada con Cath, con excepción de que no tengo una hermana gemela, ni un papá publicista loco, ni una compañera de cuarto, ni un Levi (¡YA QUISIERA!)... pero sí con su fanatismo, su desagrado infinito a socializar y a las situaciones nuevas, su doble vida escribiendo Fan Fictions, su inseguridad... Hay días que soy una completa Cath.


Todos los personajes me encantaron, aunque en toda la parte inicial odié a Wren en su papel de chica "madura", y, aunque he leído que a muchos les resultaron fastidiosos los pedacitos de Simon y Baz... a mi no, ¡para nada!... de hecho me quedé algo picada con los fragmentos.



En serio es un libro divertidísimo, pero además tiene sus toques profundos y psicológicos, principalmente por la ansiedad de Cath y por la manera en que ambas hermanas, a pesar de ser gemelas y crecer juntas con lo mismo, tomaban las cosas de forma completamente diferente. Y fue genial ver como ambas maduraban página tras página.

No es una historia trascendental, no cambiará vidas... pero es un libro que vale la pena leer. Sobretodo hoy que las niñas se la llevan leyendo romances de tipos violentos y posesivos que conquistan a la chica que se intenta hacer la dura pero que termina rindiéndose a sus músculos y palabrería barata. 


Cath no se intenta hacer la dura, al contrario, no teme mostrar sus miedos, ni teme llorar frente a las personas ni lo usa como arma manipuladora. Y el chico es un AMOR, en mayúsculas, así chicas, es como un verdadero hombre debe tratar a una mujer. Y cuando él se equivocaba, así chicas es como una mujer debe tratar a un hombre cuando éste mete la pata.



Recomandable 100%.. Tiene una narración que fluye casi sola, uno nomás tiene que pasar las páginas y casi ni se da cuenta de ello, los personajes, como ya dije, son muy divertidos y me encanta la manera como la autora los define, cada uno con una personalidad muy marcada y encajando muy bien en cada parte de la historia. 
-Te hecho de menos.
-Vaya tontería. Nos hemos visto esta mañana.
-No es cuestión de tiempo, sino de distancia. 

Puntuación: