15 de noviembre de 2012

Momentum

Hay un momento en la vida, o no sé tal vez haya varios, tal vez ya tuve alguno antes pero en este momento no lo recuerdo; pero de lo que estoy segura es de que hay momentos en que sabes que nada puede ser como antes. Que marcan un ayer y un hoy y que cambian para siempre las ideas que tenías del mañana.

Mientras muevo mi mano derecha despidiendo a mi mejor amiga, se que estoy viviendo uno de esos momentos, que te llenan los ojos de lágrimas, te encogen el corazón, quieres gritar pero hay un nudo gigante en la garganta y con trabajo puedes respirar. Pero por fuera permaneces impasible, con tu sonrisa fingida, con tus mejores deseos, acostumbrada a que el corazón se encoja y se rompa como siempre.

Entonces llega la soledad, ese frío vacío que te recuerda que es de noche, queen cuanto dejes la terminal el aire llegara hasta tushuesos, que caminaras en el estacionamiento sola y que conducirás hasta una casa. Una casa en dónde nadie te espera, a pesar de que cuatro personas viven contigo.

Pero esta vez hay algo diferente. El dolor va mucho más allá, no se conforma con las punzadas de siempre, no se conforma con hacer que cada gota de sangre que brota de los látidos de tu corazón arda y te recorra por dentro como una pequeña flecha de veneno. No. Esta vez no.

Después de asegurarse de que tu corazón se encuentra en un estado irreparable, su siguiente objetivo es tu mente. Y lo hace condenadamente bien, me digo a mi misma mientras lloró con una intensidad que me sorprende por momentos. Entonces comienzan los ataques, masivos, directos, con una puntería que ni el mejor arquero podría igualar. Aferro con mis manos el volante, como si me fuera la vida en ello, cómo si fuera mi única ancla para permanecer firme mientras la  tormenta me azota. Y realmente, así es.

¿Qué tengo en la vida? ¿Qué puedo considerar mio?¿Existe alguna cosa, alguna persona, algo, que pueda atesorar como la mayor de mis bendiciones?

Saber qué ese algo no existía me dio una sacudida que fue como una descarga electrica.

No, no tengo nada. Ni una madre qué me de consejos o regaños. Ni un padre que me cumpla un que otro capricho o que me cubra las espaldas en mis travesuras. Ni una hermana que fuese mi confidente, mi refugio, mi mitad. Ni una abuela cariñosa que se pase el tiempo consintiendome, llenandome de chucherías ni de besos.

No. Lo que yo tengo es una madre que trabaja doce horas diarías siete días a la semana y que apenas tiene tiempo para dormir. Tengo también un padre que gana más de lo que merece, pero en casa en raras ocasiones senota su aporté, en cambio cada fin de semana les hace notar a nuestros vecinos que tiene lo suficiente como para poder desmayarse de borracho en el patio y volver a comenzar al momento de despertar.¿Mi hermana? Mi hermana fue más lista que yo, si algo le puedo admirar es eso, que se haya lavado las manos a la primera oportunidad y que se largara mientras podía. Tengo casi cinco años sin verla. Y mi abuela, bueno ella, es especial. Me odia, literalmente. Creé y siempre creera que yo, a mis cuatro años de edad, mate a mi abuelo. Si, una acusacion horrible, que me sigue aún hoy. ¿Qué porqué la creo? Pues es díficil negar algo cuando toda tu familia asegura saber lo que paso. Yo mate a mi abuelo, a los cuatro años, a ,mi  amado abuelo, tal vez la unica persona que me ha querido desde su alma en toda mi vida. Así que si yo hice eso a esa edad ¿Qué no podría hacer ahora?

Todos me odian, y los que no me odian me temen. Los demás me ignoran y a veces eso es lo mejor. Incluso yo me odío, aún en momentos como este...



11 de noviembre de 2012

Abuela...

 
 
Querida abuela... Tengo un secreto que contarte.
Tu único hijo no me quiere,
pero no te preocupes, 
la noticia me duele más a mi que a ti
y puedo vivir con ello.