31 de mayo de 2015

Sometimes

A veces siento que estoy tirada en el suelo. Inmóvil. Solo mirando hacia el infinito. Luchando por cada aliento que entra en mis pulmones. Y solo me concentro en eso, en respirar. En no rendirme. Esa es mi lucha... seguir respirando. Y mientras tanto pienso. Pienso en todas las cosas que perdí, en especial en las que nunca tuve. Porqué perder para siempre algo que nunca tuviste es más doloroso de lo que parece. No desprecio el dolor de perder lo que si se tuvo... pero hay una diferencia enorme, ya que al final... al menos te quedan los recuerdos. Y de los recuerdos uno puede vivir. De los deseos, no. Así que me concentro también en no desear nada más, en matar todo indicio de esperanza, en conformarme con la soledad... y en aprender a amarla. En esos momentos, nunca pienso en mis logros, cuando uno esta tirado en el suelo solo se puede concentrar en sus fracasos. En los fracasos que conoce y en los que no. Los que uno no conoce son los peores, porque esos te llenan de dudas... ¿Qué pude haber hecho mejor? ¿Qué no hice? ¿Qué dije que estuvo mal? ¿Qué hice mal? ¿A quién herí? ¿A quién no ame lo suficiente? ¿A quién no se lo demostré lo suficiente? Y podría seguir con las preguntas por horas y horas, tengo mucha experiencia en esas dudas. Te puedo asegurar que las dudas matan a veces más que las heridas. Porque las dudas, la culpa, te matan desde adentro. Te matan con tus propias armas, te invaden y te consumen. Y generalmente tapamos las heridas que nos hacen con la culpa que sentimos. Odio estar tirada en el suelo, es duro, es frío... es doloroso de mil maneras diferentes. Aunque llega cierto momento de tranquilidad, un momento en el que ya no pienso en nada, un momento de dulce vacío y debilidad. Miro en el cielo nubes blancas... y solo espero que una cuerda caiga para poder levantar la mano y tomarla, se que me quedan fuerzas para eso, se que me quedan fuerzas suficientes para sostenerme de la cuerda y dejarme levantar por ella, pero necesito esa cuerda para lograrlo. Y en eso se vuelca todo lo que queda de mí, en esperar y esperar... una cuerda, una fuerza que me sostenga... y espero... y espero... y sigo esperando. Te diría que uno no debe tener esperanzas en ser rescatado, que uno debe luchar por sí mismo... pero si estoy aquí, es gracias a que a veces, cuando ya no me quedaban fuerzas más que para esperar... una cuerda llegó a mí y me levantó. A veces alguien te rescata... de las maneras menos pensadas.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Eres libre de opinar :)