-¿En serio? ¿Porqué? -'Por tu sonrisita estúpida, por eso', pienso.
-Es antinatural. A nadie le debe quedar bien todo, hay algunas cosas que simplemente no deben ser así.
-Bueno, ¿Y que sugieres?
-Sugiero... un pantalón amarillo y una camisa hawaiana verde fosforescente con motivos de pececitos muertos.
-¿Pececitos muertos? -sonrió alzando las cejas.
-Si, de esos con ojos en forma de cruz. Grises. De un gris realmente feo.
La carcajada que soltó me hizo sonreír un poco, pero me esforcé para mantener el ceño fruncido.
-Debo admitir que es una imagen llamativa, pero ¿dónde encontraremos esa clase de ropa?
-Hum, por el pantalón no te preocupes, en todos lados venden estos de colores, del tipo Power Rangers. Y la camisa, debe haber una en E-Bay, hay de todo en E-Bay. Y es mejor si no es de tu talla.
Volvió a reír con fuerza y en ese momento me percate de que la distancia entre los dos había desaparecido por completo. Su aliento movía los mechones de mi fleco.
-Dices unas cosas tan divertidas-. Su mirada bajo y se quedó por mucho tiempo sobre la mía. Por supuesto que ni siquiera parpadee, no me ganaría en algo tan sencillo como el juego de miradas. -Pero tengo una sugerencia mejor.
-¿Ah, si?
-Si. -Aseguró dando un paso hacia delante. O sea, hacía mi. Retrocedí con una excelente coordinación sin perder de vista su rostro.
-¿Y... cuál es? -Se me cortó un poco la voz cuando choque con la pared, ya no había hacia dónde retroceder. Él se dio cuenta, obviamente, porque vive para incomodarme; y, colocando sus brazos a cada lado de mi cara, me impidió moverme hacia los lados. Fui valiente, continúe mirándolo a los ojos, sin mostrarle cuán atrapada me sentía.
-¿Quieres saberlo? -Susurró acercando su rostro. Asentí, marcándolo demasiado, el rostro arriba y abajo, tres veces. Tenía la intención de que se desviara, de que se me dejara de acercar. Y lo hizo, solo que en lugar de avanzar a mi rostro, avanzó hacia mi oreja izquierda. Con un escalofrío apreté los puños. -Si el problema que tienes es que...-Rió-... todo me "quede bien", creo que la solución es más que obvia.
-¿Lo es? -Abrí los ojos alarmada, ¿Esa es mi voz? ¿Tan débil y temblorosa?
-Si...-Susurró contra mi oído, mandando más escalofríos aún. Apreté la mandíbula. Cerré los ojos. Fue peor. -La solución, a dejar de ofenderte con mi increíble capacidad de llevar lo que sea puesto y que me quede de maravilla. -Su voz ya no estaba risueña. Para nada. Estaba ronca y maravillosamente cálida.- Es no llevar nada en absoluto -Lo último que dijo, lo dijo soltando el aliento en mi oreja y depositando un beso en el hueco debajo de ella. Mi propio aliento se me escapó, sentí un mareo y deje caer la cabeza hacia atrás.
Solo cuando me recupere caí en cuenta, como si acabara de escucharlo, de lo que él estaba sugiriendo. Abrí los ojos de golpe y ahí estaba, con los labios abiertos. Su mirada ya no estaba puesta en la mía, estaba cerca pero no lo suficiente como para hacerme sentir segura, de echo nunca había estado más insegura en toda mi vida. Porque él miraba mis labios y no parecía haber otra cosa más interesante en el mundo. Y caí en cuenta, de nuevo demasiado tarde, de que yo también miraba los suyos y de que para mí, tampoco había algo más interesante en el mundo.
No lo pensé. fue una de las primeras cosas que hice realmente sin pensar. pero cuando se unieron nuestras bocas, pareció lo más sensato que jamás sucedería, y, aunque muriera por ello, no lo cambiaría.
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