Y había una historia muy triste...
Era sobre una ciudad, sobre dos personas, sobre una banca y dos momentos.
Había un parque con muchos árboles, muchas flores, muchas mariposas y mucho color.
Pero el color no fue el mismo para los dos, nunca nada era lo mismo para los dos.
La ciudad era París, las personas... él y ella, ella y él. La banca era la tercera, justo bajo la farola. Y los momentos... los momentos nunca supieron ser uno mismo.
Ella en verano, con la calidez en sus mejillas y el ruido de los niños,
Él en otoño, con colores por todas partes y el aire metiéndose bajo su abrigo.
Ella siempre los jueves, pero él solo volvía los domingos.
Estuvieron tan cerca, siempre en el mismo lugar, siempre sintiéndolo como su hogar.
Pero ni en la ciudad del amor tuvieron esa suerte.
Ellos eran dos almas gemelas que no estaban destinadas a encontrarse.
Encontraban sustitutos para intentar ser felices,
pero nunca eran suficientes.
Faltaba algo, tal vez el hogar, tal vez París, tal vez la banca, tal vez la farola o los colores o las mariposas... o tal vez... otra cosa.
Realmente es una historia muy triste y como muchas, nunca logró su final feliz... ni si quiera en París, la ciudad del amor.