–Te amo –Mi voz salió extrañamente quebrada y luche por mantener mi mirada en la suya. Él sonrió pero el brillo en sus ojos solo se hizo mas intenso. Me sentí mal por tardarme tanto tiempo para decírselo después de que él me lo dijo en cuanto lo supo. Como siempre el orgullo arruinándolo todo.
–Creo que eres la única persona capaz de decir eso justo antes de mandarme a la mierda ¿O no?
Su capacidad para leerme siempre me pareció algo fuera de este mundo. Nunca nadie me ha conocido ni conocerá como él.
–No. Si mal no recuerdo mi madre hizo lo mismo con mi padre y conmigo, después de todo debe ser algo de familia–. Intenté sonreír de mi propio sarcasmo pero mis labios se negaron, lo único que quería hacer era abrazarlo y llorar por la injusticia de todo.
–Tu no eres como ella, sea cuál sea el motivo de esto, no eres como ella.
Él tomo mis manos, las suyas cálidas, las mías congeladas. Intente soltarme pero no me lo permitió, ahora él se daba cuenta de que estaba temblando.
–¿Qué importa el motivo? –Baje la mirada, incapaz de mantenerme firme en sus ojos. –Odio que me ames. Odio que por eso sufras, odio hacer lo que estoy haciendo, odio no haber dicho muchas cosas antes, odio haberte conocido, odio sentir, odio perder. Pero nada de eso cambia nada, no cambia el ahora ni cambia que mañana ya no estaré aquí, nunca más.
Había muchas gotitas alrededor de mis pies, y me sorprendí porque yo nunca antes había llorado frente a alguien.
–¿Me odias?
La pregunta me dolió, increíblemente me dolió, porque pensé que ya nada podría generar un nuevo dolor. Como tenía un nudo en la garganta y estaba haciendo todo lo posible por aguantar los sollozos, solo negue con la cabeza, con fuerza.
–Pues yo tampoco te odio, ni odio que me ames ni odio amarte, a pesar de todo no odio lo que estás haciendo ni odio sufrir, tampoco odio el tiempo que tardaste en aceptar lo que sientes, porque me lo demostrabas siempre y eso vale para mí mucho más que las palabras, el amor no son palabras cariño, no odio haberte conocido porque para mí fue lo mejor que me ha pasado, no odio sentir ni odio perderte. Nada cambia lo que sigue, pero para empezar ni tu ni yo sabemos lo que es. ¿No es mejor amar con esta intensidad que nunca haberlo hecho? ¿O haberlo hecho a medias? Te amo y eso me da toda la fe que pueda necesitar hasta que muera, y si muero sin volver a verte te seguiré amando, y aunque duela será suficiente, porque si duele es amor y como parte de ello me mantiene con vida. Viviré por ti y contigo, porque aunque no estés presente estas aquí y nunca te irás.
No pude más, mis rodillas en cualquier momento cederían y solo no podía dejar de temblar. Si antes creía conocer lo que es amar ahora lo sabía, porque amar duele.
–Te amo –Repetí con voz ronca, y ahí en medio del pasillo de la salida de emergencia del tercer piso de un hospital que no volvería a pisar, ahí nos dimos nuestro último beso, antes de despedirnos para siempre.